Hasta hace poco tiempo, las mediciones de la radiación del fondo cósmico de microondas (CMB), una forma de radiación electromagnética que impregnó el universo 400.000 años después del Big Bang, concordaban con la inflación, ya que las minúsculas fluctuaciones en el CMB parecían ser iguales en cualquier dirección del universo.
Pero hace unos pocos años, algunos investigadores, incluyendo un grupo dirigido por Krzysztof Gorski del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, examinaron los datos del satélite WMAP de la NASA. Descubrieron que la amplitud de las fluctuaciones en el CMB no es igual en todas las direcciones.
Si los ojos humanos captasen las ondas de radio, veríamos brillar intensamente el cielo entero. Esto es lo que ve el WMAP. Se trata de un "brillo" remanente de la luz emitida poco después del Big Bang. Sin embargo, con el paso del tiempo y la expansión del universo, esa luz ha sufrido un progresivo estiramiento de su longitud de onda hasta presentarse hoy como microondas. Lo captado por el WMAP también revela más "grumos" en una mitad del cielo que en la otra, siendo esos "grumos" las desviaciones del valor promedio del CMB.
Es una anomalía comprobada. Pero, puesto que la inflación parece concordar bien con el resto, resulta quizás prematuro desechar la teoría. En su lugar, el equipo trabajó con opciones que encajasen con lo observado y con el planteamiento básico de la inflación.
El nuevo modelo que ha surgido de esto predice más puntos fríos que calientes en el CMB.
Pero la perturbación que los investigadores han introducido en el modelo puede también ofrecer la primera oportunidad de vislumbrar lo que ocurrió antes del Big Bang, porque podría ser una impronta heredada de los tiempos previos a la inflación. Todo eso está oculto por un telón, por así decirlo. Pero si el modelo demuestra ser fiable, podría haber una oportunidad de echar un vistazo al otro lado de ese telón.
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