En esta web ya vimos la capacidad de algunos parásitos de controlar a la especie que lo hospeda. Es el caso de los gusanos que modifican a los saltamontes que infectan para que éstos se suiciden en el agua y que así los gusanos puedan escapar. También vimos un nematodo parásito que infecta a las hormigas para que se dispongan a modo de bayas silvestres y que así sean ingeridas por los pájaros. Da la impresión que la Naturaleza puede ser bastante cruel a nuestros ojos.
Ahora un artículo publicado David P. Hughes de Harvard University y sus colaboradores describe los detalles de cómo un hongo parásito obliga a la hormiga a la que infecta a morir en el lugar más adecuado para que el hongo crezca y se reproduzca. Es decir, el hongo es capaz de manipular el comportamiento de la hormiga en su propio beneficio.
La historia parece sacada de un relato de ciencia ficción. Cuando el hongo denominado Ophiocordyceps unilateralis infecta a su víctima, ésta permanece viva por poco tiempo, pero en ese tiempo obliga a la hormiga a ir planta abajo, lejos de su hormiguero en el dosel de la selva, hacia una planta cercana al suelo. Allí la hormiga se sitúa en el envés de una hoja apropiada que tenga espacio libre debajo de ella, se agarra con sus patas y con sus mandíbulas muerde fuertemente un nervio de la hoja justo antes de morir. La hormiga, ya muerta, permanecerá allí durante pocas semanas alimentando al hongo.
Una vez que la hormiga muere, el hongo continúa creciendo en su cuerpo. Después de unos pocos días un estroma, el cuerpo fructífero del hongo, emerge específicamente de un punto situado en la parte de atrás de su cabeza. Después de una o dos semanas el estroma comienza a esparcir esporas hacia el suelo del bosque. Potencialmente cada una de esas esporas es capaz de infectar a otra hormiga que eventualmente pase debajo. Cada hormiga crea debajo de ella un "campo minado" infeccioso debajo de un metro cuadrado que puede infectar a cualquier hormiga que pase por él.
Los científicos conocían desde hace 100 años la habilidad de este hongo parásito de transformar hormigas en zombis, pero Hughes y sus colaboradores han conseguido desvelar el control preciso que el hongo tiene sobre su víctima.
En el santuario Khao Chong, situado en la selva tailandesa, estos investigadores descubrieron que las hormigas carpinteras "zombificadas" ya muertas estaban invariablemente en el envés de hojas de unos 25 cm del suelo agarrada siempre a un nervio por sus mandíbulas. Además, estas hormigas ya muertas se encontraban en hojas que surgían desde la parte noreste de la planta. Lo más interesante es que la temperatura, humedad y luz solar de estas localizaciones eran óptimas para el crecimiento y reproducción del hongo. Cuando los investigadores pusieron hojas con hormigas infectadas a mayor altura del suelo, pero cerca de sus ubicaciones originales, los parásitos fallaron a la hora de desarrollarse adecuadamente. Aparentemente el hongo manipula el comportamiento de la hormiga durante horas para que ésta encuentre un lugar para morir que sea óptimo para el hongo.
Pero encontrar un lugar adecuado es sólo la mitad de la tarea.
Al diseccionar varios ejemplares de hormigas los investigadores descubrieron que el hongo desarrolla estrategias novedosas para poder retener la fuente de recursos. Según el hongo se extiende por el cuerpo de la hormiga convierte la mayor parte de su interior en azúcares que serán usados por él como alimento para crecer. Pero debe dejar intactos los músculos de las mandíbulas para así asegurarse de que la hormiga siga sujeta a la hoja. El hongo conserva además el exoesqueleto de la hormiga creciendo en sus grietas para así reforzar los lugares más débiles. De este modo logra mantener una protección frente al exterior para que así los microorganismos y otros hongos no entren en el cuerpo.
Aparentemente las hormigas carpinteras (C. leonardi) tienen unas pocas defensas frente al hongo. El modo más importante es evitar la infección es alejarse lo máximo posible de las víctimas como sea posible. Esta debe de ser una de las razones por las cuales estas hormigas hacen sus hormigueros en el dosel de la selva, lejos del suelo donde el hongo amenaza. Además, las hormigas carpinteras tienen caminos que evitan las zonas infectadas. Esto podría ser una estrategia adaptativa, aunque según Hughes habrá que confirmarlo.
Los investigadores comprobaron el efecto del hongo sobre otras especies de hormigas encontrando que no se conseguía todo el comportamiento óptimo. El parásito debe de haber evolucionado, por tanto, para atacar a esta especie concreta de hormiga.
El mecanismo mediante el cual el hongo controla el comportamiento de la hormiga se desconoce. Hughe y sus colaboradores tratarán de hallarlo.
En todo caso parece increíble que una selección natural "ciega" sea capaz de recrear este tipo de comportamiento adaptativo.
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