martes, 8 de abril de 2008

HARTO DEL CANNON DE BELLEZA

Por desgracia estamos viviendo en la era de la imagen, en la que la gente debe adaptarse a un cannon de belleza establecido por la sociedad de consumo. Es triste pero es la realidad, no paran de bombardearnos con anuncios estereotipados de lo que debe ser un hombre o una mujer del siglo XXI. Cremas anti envejecimiento, cremas para tonificar la piel, cremas adelgazantes, tintes de todo tipo y demás anuncios tanto para mujeres como para hombres. Hacer la prueba un día y fijaros en los anuncios que ponen en la televisión mas del 60 % son de este tipo.

 

Dietas milagrosas, operaciones de cirugía, manipulaciones de nuestro cuerpo sin ton ni son. A esto es a lo que nos ha llevado esta sociedad que da mas importancia al exterior que a lo que hay dentro de cada persona. Nos ponen como ejemplo a actores, modelos, cantantes, ricos sin oficio ni beneficio, deportistas, y nosotros sin darnos cuenta caemos en esa espiral de borreguismo y nos dejamos inducir por ellos.

 

No voy en contra de las personas que genéticamente tienen un cuerpo espectacular, ni contra aquellos/as que se machacan 10 horas semanales en el gimnasio porque les gusta cuidarse, ni contra aquellas  que deciden pasar por quirófano para modificar el cuerpo a su antojo. Voy en contra de los que hacen que una persona por ser de una forma o de otra se sientan mejor o  peor. Contra esta boragine de la perfección corporal, nosotros mismos estamos fomentando esos malestares, esas inseguridades, ese sentimiento de inferioridad por no ser perfectos.

 

Lo que yo me pregunto es ¿quien o quienes son los responsables de este cannon de belleza y  de este culto al cuerpo?. En el siglo XIX y anteriores el cannon de belleza lo representaba la mujer robusta, físicamente rellenita, donde los mofletes carnosos y las curvas sinuosas causaban estragos en la sociedad de la época. Y ahora dos siglos después repudiamos y rechazamos todo lo que tenga que ver con unos kilos de mas. Somos capaces de soportar dietas atroces y de privarnos de muchas cosas para que en verano se nos vea bien en la playa.

 

Sin embargo creo que la belleza esta en la imperfección, en las particularidades de cada uno, en una nariz larga, en una calva, en unas caderas anchas, en una tripa cervecera, en una arruga, en una figura mas ancha o mas fina. Hay que preservar nuestros rasgos característicos nuestra propia identidad, no nos dejemos influenciar por las grandes marcas multinacionales de belleza, ni por la televisión ni por las revistas, que lo único que quieren es crear un ejercito de clones perfectos a los que vender sus productos para enriquecerse más. Solo se tú mismo y alegrate de ser como eres, porque lo que llevas dentro de ti es lo que realmente te hace grande y único y eso no se puede conseguir por medio de ninguna operación.

 

NADIE ES, NI SERA PERFECTO Y ESO ES LO BUENO. AL QUE NO LE GUSTE QUE NO MIRE.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No creo que los cánones de belleza física actuales hayan sido creados por ninguna mente perversa, dispuesta a hacernos esclavos de nosotros mismos para obtener provecho económico de nuestras debilidades; más bien sospecho que dichos patrones estéticos son, y han sido a lo largo de toda la historia, el producto de los avatares sociales. El humano es un ser social, necesitado de la compañía de otros para desarrolllarse dentro de la comunidad, de este modo, la aprobación de los demás congéneres determina la inclusión dentro del grupo. La elección de los patrones, según los cuales aceptar o excluir a un individuo, la hacemos a merced de las circunstancias sociales, económicas, culturales, políticas, religiosas, etc, del momento histórico en el que se este desarrollando la sociedad, y, siempre, en función del éxito, ya sea para sobrevivir o para triunfar, que proporcionen dichos atributos.
Esto, que podríamos llamar incluso selección natural, se convierte en esclavitud dentro de una sociedad tremendamente competitiva, en la que, para sobrevivir socialmente, debemos desplegar todas nuestras armas, tanto estéticas como intelectuales, siendo, lamentablemente, las físicas las mas valoradas, producto, quizá, de una sociedad que basa la felicidad en la consecución de metas económicas.